| Las víctimas fueron asesinadas en 1984 por miembros de la Base Militar de Putis, en la altura de Huanta. En la fosa, que sería la más grande del país, se encontraron restos de hombres, mujeres y niños
Luego de 24 años se inició esta semana la exhumación de lo que sería la fosa común más grande del Perú, ubicada en la comunidad de Putis, altura de Huanta (Ayacucho), que contendría los restos de más de 100 personas asesinadas por las fuerzas militares.
Este crimen atroz ocurrió en los primeros días de diciembre de 1984 cuando numerosas familias de las comunidades de Vizcatampata, Cayramayo, Sinhuamachayniyocc, Orccohuasi y Mashuacancha, acudieron al llamado de la Base Militar de Putis con la finalidad de buscar protección frente a los abusos de los terroristas que los habían obligado a abandonar sus hogares y vivir en las comunidades mencionadas.
Cuando llegaron se les reunió en un colegio de la localidad y se les dijo que se les daría trabajo. A los varones se les ordenó cavar una fosa, supuestamente para una piscigranja, sin embargo, se trataba de un engaño, ya que una vez que la fosa estuvo lista, se reunió allí a mujeres, hombres y niños para posteriormente fusilarlos y enterrarlos.
"Vengan no va a pasar nada, por eso estamos acá (decían los militares)...ellos han venido con todas sus cosas (ganados, dinero, comida ) a Putis para formar un centro poblado porque pensaban que iban a estar más tranquilos al lado de la base..." recuerda un sobreviviente que perdió a sus hermanos durante la masacre, en un testimonio recogido por la Asociación Paz y Esperanza de Ayacucho, que brinda apoyo a los deudos del conflicto armado que vivió el Perú entre 1980 y el 2000.
Este caso fue documentado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación que da cuenta de que "el recuerdo de los familiares fallecidos los instó a buscar el lugar donde estos estaban enterrados, así como identificar los presuntos responsables del crimen. Es así que se logro tener los nombres de los oficiales que habrían participado en la matanza, los mismos que identifico como el oficial "Lalo", el Teniente "Bareta" y el Comandante "Oscar".
Norberto Lamilla, Director de la Asociación Paz y Esperanza de Ayacucho, informó que se viene coordinando con diversas instituciones públicas y privadas para cubrir los gastos del entierro de los restos, y que posiblemente se pueda construir un cementerio edificado con un monumento simbólico en reconocimiento a las más de 100 personas asesinadas.
Se espera que las exhumaciones y el reconocimiento de restos se prolonguen hasta la primera semana de junio. El Equipo Peruano de Antropología Forense, que participa activamente en estas exhumaciones, la Fiscalía, la Asociación Paz y Esperanza, autoridades, líderes comunales y familiares vienen siguiendo muy de cerca este proceso, y esperan concluir favoreciendo el esclarecimiento de la verdad y la posibilidad de la justicia ante crimen tan atroz.
Simultáneamente a los trabajos de exhumación, se ha instalado el laboratorio para la identificación de los restos para que posteriormente sean devueltos a sus familiares, y lograr un entierro digno que es el anhelo de autoridades y comuneros de esas zonas.
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