| Rómulo León no es el único personaje escurridizo para la justicia de nuestro país. Hasta ahora seguimos esperando por Calmell del Solar, Hurtado Miller, Schütz... (la lista sigue)
Por Jorge Moreno Matos
En una de sus menos conocidas crónicas parisinas, César Vallejo cuenta la extraña historia de un uxoricida (un hombre que mató a su esposa) que no encontró mejor manera de escabullirse de la justicia y la policía que mostrarse a la vista de todo el mundo y en todas partes. "La policía --cuenta-- no podía encontrarle, justamente, porque él no se había escondido". Más aun, en una curiosa coincidencia con acontecimientos contemporáneos, escribe que "la mejor manera de huir de la policía consiste en no ocultarse de ella".
Una lógica semejante es la que debió inspirar a la ex escolta presidencial Lady Bardales, que prófuga de la justicia lucía bronceado y novio nuevo en el exclusivo balneario de Máncora, ante la pasividad de la policía de aquí y de allá que no hizo nada para detenerla. Cuando por fin compareció ante la justicia lo hizo por iniciativa propia. Es decir, se entregó, nunca fue capturada. Pero esto sucedió a principios de año y, sin embargo, la historia de estos campeones de la elusión se remonta a muchos años atrás. Al inicio de esta década que coincide tanto con el fin de la dictadura como con el descubrimiento de la corrupción que la sostenía.
El primero en la fila es el general Víctor Malca Villanueva, ex ministro del Interior y de Defensa durante el régimen fujimorista, al que se le encontraron cuentas por 14 millones de dólares. El ex ministro de Estado disfrutaba del beneficio del antejuicio constitucional, por lo cual no podía ser detenido sin antes levantarle la inmunidad de la que gozaba. Un día después de declarar ante la comisión congresal que lo investigaba, la misma en la que explicó que el origen de sus millones era una herencia familiar y que no podía sustentarlo porque acostumbraba quemar sus papeles personales, además de guardar sus ahorros bajo el colchón, huyó del país hacia México.
Dos meses después de su fuga, las autoridades peruanas seguían sin solicitar su detención. Por aquellos días, febrero de 2001, la ratificación de un tratado de extradición con México hizo proclamar precipitadamente a alguien que en seis meses Malca estaría de vuelta en el Perú. Todavía seguimos esperando.
Otro campeón de la evasión es Eduardo Calmell del Solar, el popular 'Chapulín', el mismo que manejaba las llaves de su propia celda, y que hizo honor a su apelativo: no contamos con su astucia. Luego de que un juez ordenara su libertad en julio de 2002 admitiendo un recurso de hábeas corpus presentado por su defensa en el proceso que se le seguía por haber recibido dinero de Vladimiro Montesinos, se fue del país caminando, literalmente, por la frontera con Ecuador, llegó hasta Guayaquil y de ahí enrumbó en un avión hasta Nueva York, donde solicitó asilo político.
Cuando este le fue negado, se dirigió a Chile, donde hasta el día de hoy la justicia peruana sigue intentando infructuosamente su extradición luego de que esta fuese rechazada hace tres años.
Juan Carlos Hurtado Miller, ex ministro de Economía y fracasado candidato fujimorista a la Alcaldía de Lima, fue el más previsor de todos ellos. Antes de que se iniciara el juicio en el que involucró a la vieja gloria del fútbol Héctor Chumpitaz, quien sí fue condenado, con artes de prestidigitador experto desapareció de escena. Y aunque hay indicios firmes de que se encuentra en el país, luego de siete años en la clandestinidad no ha sido posible para nuestra policía dar con su paradero hasta hoy.
Recursos e ingenio para evadir a la justicia son muchos, y ninguno más útil y provechoso que la coartada de la doble nacionalidad, a la que recurrieron Ernesto Schütz y el propio Alberto Fujimori. El de Fujimori es historia conocida, pero Schütz se lleva el premio. El ex propietario de Panamericana Televisión huyó del Perú tras la caída del régimen fujimorista y se refugió en Argentina. Al ser ubicado por la Interpol e iniciársele un proceso de extradición, este quedó trunco cuando fugó de ese país en el 2004. Recién un año después se supo que se fue a Suiza, gracias a su doble nacionalidad.
Todos ellos pudieron esfumarse, al igual que Rómulo León, gracias a la inacción de las autoridades y de la policía que no solo se los permitieron, sino que les dieron tiempo suficiente para pensar cómo hacerlo.
Un oficial de la policía me contaba que tanta ineficacia y desidia no era gratuita. Ellos, me decía, tienen métodos y procedimientos ya establecidos. Cuando un terrorista o un asaltante de bancos sale de prisión, inmediatamente se monta una operación de seguimiento: quien ha delinquido lo volverá a hacer. Es cuestión de esperar. Y si la prensa muestra a alguien quebrantando la ley, inmediatamente se ordena su vigilancia. No hacerlo es ir contra la lógica misma y una secular forma de trabajo. En otras palabras, porque alguien lo ordena.
Y en una última coincidencia está la historia aquella del fundador del aprismo. Declarado proscrito por la dictadura de Manuel Odría y antes de que obtuviera el asilo en la embajada de Colombia, Víctor Raúl Haya de la Torre vivía a salto de mata cambiando de escondite todas las noches.
Por aquellos días turbulentos llegó un periodista extranjero a entrevistarlo y con mucho esfuerzo consiguió que un cercano colaborador suyo le concertara una cita. Luego de cambiar de auto siete veces en una noche y deambular por Lima durante horas, llegaron a una casona de dos pisos frente a un parque donde obtuvo la preciada entrevista.
Días después, el periodista pasó casualmente delante de la casa en un taxi y la reconoció enseguida. Pero antes de que pudiera indicarle al taxista de que se detuviera, este frenó en seco, se volvió a su pasajero y le dijo: "¿Sabe una cosa? En esa casa se esconde Haya de la Torre".
"Lo que pasa es que el Perú es tan grande..."
Los casos citados apenas son los más representativos, porque resulta una verdad evidente, además de vergonzosa, que la lista de evadidos de la justicia peruana es excesivamente larga. Hasta agosto del 2006 la lista llegaba a 72 prófugos, 38 de ellos con procesos de extradición abiertos. La engrosan el empresario de televisión Julio Vera Abad, los ex publicistas Saúl Mankevich, Ricardo Winitsky y el periodista Marcelo Gullo; la esposa e hijos de Malca Villanueva, a quienes arrastró en sus fechorías; el tristemente célebre 'Comandante Camión', Álvaro Artaza, el capitán de la Marina responsable de una matanza de campesinos que un día antes de declarar ante un fiscal en 1986 fue 'secuestrado' y cuatro años después declarado 'muerto' por su arma. En el 2003 'resucitó' y apareció en una ciudad de Estados Unidos. Y como él, algunos miembros del grupo Colina también.
Pero es Rómulo León Alegría el que, de lejos, provoca más titulares y dolores de cabeza a los responsables de su captura. No de otro modo se explica que el director de la policía declare un día: "Estamos por buen camino y en cualquier momento habrá novedades. Su captura es inminente", y al día siguiente nos obsequie una frase digna de figurar en el anecdotario nacional: "Lo que pasa es que el Perú es tan grande Estamos buscando hasta en la altura".
Con razón dicen que en el Perú uno nunca se aburre.
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