La página de APAF "equipo peruano de antropología forense" desapareció de la web. Puede ser a causa de un problema técnico temporal. La noticia que merece atención fue la siguiente:
EPAF: Restos calcinados eran de campesinos en Parcco y Pomatambo
El Equipo Peruano de Antropología Forense, EPAF, perito oficial de la Sala Penal Nacional demostró este viernes 11 de junio que los restos calcinados en octubre de 1986 a manos de algunos efectivos del Ejército les pertenecían a: ANTONIO NAJARRO SOTO en ese entonces de 52 años, poblador de la comunidad de Pomatambo; DONATO RAMIREZ RIVERA de 84 años, y la menor EUGENIA RAMIREZ CASTILLO de solo 12 años y perteneciente a la comunidad de Parcco en Ayacucho.
Los forenses también determinaron la forma y la causa de la muerte: fue un acto donde se usaron objetos contundentes, objetos cortantes, y armas de fuego. Los restos óseos presentan lesiones por arma de fuego en el tórax y fémur izquierdo. Hay lesiones contundentes en el cráneo, lo que produjo traumatismo encéfalo-craneano severo, causado por múltiples lesiones contundentes. Algunos restos óseos presentan quemaduras postmorten. Asimismo, un cuarto agraviado por proceso de exclusión ha sido identificado como TIMOTEO BAUTISTA BELLIDO de 21 años, quien presenta lesiones cortantes defensivas en los miembros superiores alrededor del tiempo de la muerte (perimorten), esta acción mortal posiblemente pudo haberse realizado con un machete, eso se determina porque las agresiones fueron causadas cuando la víctima se encontraba en movimiento, y probablemente en posición defensiva y con los brazos protegiendo su cabeza.
Para los familiares de Parcco- Pomatambo, esta audiencia fue esperada con gran expectativa, en tanto que desde hace 24 años viven un proceso de duelo no cerrado o inconcluso al no poder brindar una cristiana sepultura a sus seres queridos.
El resultado del análisis de los restos óseos de las víctimas presentados por el EPAF, movilizó muchas emociones y sentimientos en los familiares; por un lado les devolvía sentimientos de sosiego y alivio emocional al saber los nombres de sus seres queridos, pero por otro lado se sintió un dolor muy fuerte de impotencia, por la manera cruel y despiadada en que fueron asesinados. A la vez, para los demás familiares cuyas víctimas no se han identificado, el dolor e impotencia continúa, sin embargo, encuentran consuelo al sentirse representados en los cuatro identificados. A partir de este reconocimiento de las víctimas, los familiares se plantean la necesidad de organizarse para el proceso de entierro digno desde sus propias costumbres y rituales.
La defensa de los familiares de las víctimas es asumida desde el año 2002, en co-patrocinio por la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) y la Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH). Este ha sido un caso donde después de 24 años de infatigable búsqueda, se localizan e identifican los restos óseos y será materia del juicio oral demostrar quienes son los responsables de sus muertes.
LA FUENTE ORIGINAL: http://epafperu.org/archives/514 (Puede ser que no funcione)
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