jueves, 19 de febrero de 2009

EL PODER DE LA INFORMACION

Cuando se habla de armas secretas, siempre pensamos en sofisticada tecnología, virus mortales o elementos de destrucción masiva. Sin embargo, en la actualidad la mentira, la manipulación y la desinformación han alcanzado una importancia tan elevada en los campos de batalla del siglo XXI que han logrado convertirse en un elemento más del arsenal militar

Los últimos acontecimientos de la política internacional parecen haber dado la razón al periodista norteamericano 1. F. Stone, cuando en uno de los momentos culminantes de la Guerra Fría dijo: «Todos los gobiernos están dirigidos por mentirosos, y nada que salga de ellos debe ser creído». En el arsenal secreto del que disponen los ejércitos y los gobiernos, la mentira es una de las armas más sutiles y destructivas que existen. Dice un aforismo que las mentiras con una dosis de verdad son las más terribles, y no le falta razón. Para el premio Nobel portugués José Saramago:

La manipulación de las conciencias ha llegado a un punto intolerable... Forma parte de una operación de banalización que es cultivada sistemáticamente. Revistas que antes eran de reflexión y pensamiento son ahora frívolas; la televisión, que puede ser un instrumento de educación extraordinario, se ha convertido en eso que algunos llaman muy bien «telebasura». Y hay gente muy interesada en ello, en que sea así. En el fondo esto no es nuevo. Ya en la época de los romanos se daba la política de «pan y circo». Un golpe de efecto genial de las sociedades modernas ha sido convertirnos a todos en actores. Todo hoy es un gran

escenario: es la panacea universal, porqué ha hecho que todos estemos interesados en aparecer como actores. Y desvelamos nuestra intimidad sin pudor: se relatan miserias morales y físicas, porque pagan por ello. Vivimos en un mundo que se ha convertido en un espectáculo bochornoso, en el que se muestra en directo la muerte, la humillación...

Se miente, se altera, se manipula, todo ello invocando el sacrosanto principio de la seguridad nacional, en cuyo altar la verdad es sacrificada una y otra vez. George Kennan, uno de los padres de la CIA, desarrolló en 1947 el concepto de «mentira necesaria» como componente esencial de la diplomacia norteamericana de posguerra. Kennan, situándose en la línea del principio que justifica la utilización de cualquier medio, por odioso que resulte, siempre que el fin sea considerado correcto, propugnaba la puesta en pie de una tupida red mundial de complicidades intelectuales, culturales y periodísticas que permitieran a EE.UU. expandir sus criterios a nivel mundial. Los jefes de esa red, en opinión de Kennan, no deberían dudar en recurrir a la mentira, la manipulación y la intoxicación a gran escala cuando ello conviniera a los intereses norteamericanos.

Uno de los más aventajados discípulos de la doctrina Kennan fue el presidente Ronald Reagan. Cuando su administración fue sorprendida repetidas veces con las manos en la masa elaborando y difundiendo mentiras sobre el Gobierno libio, el secretario de Estado, George Shultz, recurrió para justificar estos desmanes a una cita de Winston Churchill: «En tiempo de guerra, la verdad es tan preciosa que debe ser protegida por una guardia de mentiras». Sabemos que hay diseminados por el mundo cientos de funcionarios de la CIA, con abundantes contactos con los medios de comunicación, cuyo trabajo consiste en expandir «mentiras necesarias» y cada día vemos el fruto de su trabajo en nuestras televisiones, nuestras radios y nuestros periódicos.


Engañando a la prensa:


Una de las más viejas recetas utilizadas por los servicios de inteligencia para desinformar a sus propios ciudadanos es aquella que consiste en colocar una determinada noticia en un medio de comunicación extranjero y hacer que termine llegando al propio país merced a la colaboración de periodistas amigos. Un informe de 1977 recogido por el rotativo New York lflmes asegura que esta práctica fue habitual durante la guerra de Vietnam. Se buscaba de esta manera apaciguar los ánimos pacifistas de buena parte de la población estadounidense haciéndoles llegar noticias tranquilizadoras atribuidas a fuentes presuntamente desinteresadas.

También parece ser que la información que recibieron los estadounidenses respecto a la dictadura chilena y la intervención de su país en el golpe de Estado que llevó al poder al general Pinochet fue convenientemente parcial e inexacta gracias a la oportuna intervención de la CIA.

En este punto resulta sumamente ilustrativa la historia de John Stockwell, quien en su momento fue jefe de la oficina de la CIA en Angola. Cuenta este ex espía cómo en un momento consiguió colocar en la prensa africana una historia falsa sobre soldados cubanos violando a mujeres angoleñas y, a los pocos días, vio cumplido su propósito al ver la misma historia reproducida en las primeras planas de los principales diarios estadounidenses.

Hace bien poco, con el caso de Iraq, hemos podido comprobar cómo la mentira se utiliza impunemente para dar cober tura y justificación a aventuras militares de dudosa legitimidad moral. Sin embargo, no es la primera vez que se hace algo así por parte de los Estados Unidos. En su día, el presidente Johnson utilizó el llamado incidente del golfo de Tonkín como pretexto para meter a los Estados Unidos de lleno en la guerra de Vietnam. El citado incidente se declaró cuando presuntamente destructores americanos fueron atacados desde la costa de Vietnam del Norte. No obstante, la historia y la documentación han demostrado que dicho ataque no se produjo jamás.

Otra forma de mentir es ocultar la verdad. Durante la pasada campaña iraquí pudimos comprobar que las llamadas «armas inteligentes>~ no lo eran tanto, y que entre daños colaterales y fuego amigo se produjeron tantas o más víctimas que las causadas por los combates propiamente dichos. Buen ejemplo de esto es la ocultación de un informe elaborado tras la primera guerra del Golfo, en el que se cuestiona la eficacia de los misiles Patriot, la joya de la defensa antimisiles estadounidense. Según este informe, durante aquella campaña los Patriot no solo fallaron la mayoría de sus objetivos, sino que, además, produjeron considerables daños en las ciudades que presuntamente estaban destinados a defender


La mentira del cincuenta por ciento: Esta clásica técnica de desinformación se usa para inflar la opinión sustentada por un determinado medio de comunicación, al tiempo que se minimiza el disentimiento contra esa opinión. Para agregar aún más cinismo al fraude, los perpetradores suelen presentar estas noticias como procedentes de «fuentes imparciales». La mentira del cincuenta por ciento es un clásico cuando se trata de manifestaciones. En nuestro país ha sido utilizada en diversas ocasiones, en especial en lo referente al conflicto vasco, donde tanto uno como otro bando la han empleado en diversas ocasiones en función de sus intereses del momento. Se trata de, en lugar de ofrecer el número real de manifestantes que toman las calles para protestar por determinada causa, informar de que se manifestaron grupos tanto a favor como en contra, sin especificar el volumen de cada uno de los grupos, lo que inconscientemente da la sensación de que existió un número similar de manifestantes en ambos bandos.

Este tipo de tácticas fue ampliamente utilizado en los Estados Unidos durante la segunda guerra del Golfo. Veamos un ejemplo: en un momento culminante de las protestas internacionales contra la guerra, en las que intervinieron millones de personas en todo el mundo, un titular de la página principal de America Online describió esta situación histórica como una reacción «de división ante la guerra a nivel mundial». ¿Reacción de división? Es como decir que España es un país dividido entre los que hablan castellano y los que se expresan en latín. He aquí otro ejemplo de cómo la información tendenciosa puede ser utilizada como arma de guerra.

La realidad es que el número de manifestantes contrarios a la guerra en todo el mundo excedió al número de manifestantes a favor en, como poco, una proporción de 1.000 a 1. La mayor manifestación a favor de la guerra que se pudo contabilizar en todo el planeta contó con la presencia de 6.000 personas y tuvo lugar cerca de Valley Forge, Pensilvania. Con todo, parece que estas protestas minoritarias fueron patrocinadas por medios de comunicación afines a las tesis del Gobierno estadounidense.

El colmo del descaro informativo llegó el 22 de marzo, cuando Fox Television ofreció imágenes de los centenares de miles de manifestantes que en Nueva York abarrotaron Broadway y Times Square con un titular que rezaba: «Protestas a favor y contra la guerra por todo el país».

En la NBC (conocida en los medios de la izquierda estadounidense como la Nazi Broadcast Corporation) la situación fue aún peor. La protesta de Nueva York —más de 200.000 personas—, se llevó a cabo de forma paralela con una diminuta manifestación de extrema derecha en un pueblo de California. Poco después se afirmaba que la protesta de Londres —por encima de 500.000 seguidores— no fue tan grande como se esperaba...

Una manifestación antibelicista en Beirut fue presentada por el comentarista de la NBC como «a favor de Sadam Husein», a pesar de las múltiples pancartas de «no a la guerra» que presentaban las imágenes. Como colofón a esta farsa, el presentador Tom Brokaw comentó que lo que se acababan de presentar eran las pruebas de un «mundo profundamente dividido». En fin, si presentar a una abrumadora mayoría de ciudadanos opuesta a los designios de los gobernantes de tres países como un «mundo profundamente dividido» no es mentir, es algo que se le aproxima mucho.

Otra técnica similar es presentar en los sondeos callejeros un número igual de declaraciones a favor de ambas posturas cuando no existe realmente esa proporción. En una información verdaderamente imparcial y exacta, el número de declaraciones presentado debe reflejar la situación real. Lo contrario es falsear algo que se suele mostrar como «la opinión de la calle».

Aunque quizá la cadena que mostró una posición más tendenciosa durante el pasado conflicto de Iraq fue la Fox, que ya durante la guerra de Afganistán se reveló como la sucesora de la CNN en cuanto a depositaria de la «versión oficial» de los militares estadounidenses. Un ejemplo de esto es un curioso anuncio propagandístico emitido en su momento por la Fox. Este se emitió en una pausa publicitaria tras la información de las protestas antibelicistas que estaban teniendo lugar en todo el planeta. En el anuncio aparecían cinco presuntos estudiantes universitarios que dicen... «Nosotros hablamos... nosotros escuchamos... nosotros nos unimos.., en apoyo a nuestras tropas...». Al final del anuncio no se hace ninguna referencia respecto a quién ha sido el patrocinador. ¿El Departamento de Defensa? ¿La propia Fox en un ataque de patriotismo extremo?

En resumen, es de vital importancia que tengamos en mente la existencia de estas técnicas de manipulación y distorsión de la información porque, como quedó demostrado en el caso de la última guerra de Iraq, los campos de batalla del futuro no solamente serán cosa de disparos y misiles, sino que incluirán la conquista de la opinión pública mundial, cuyo creciente protagonismo la convierte en un factor a tener en cuenta por todo estratega.


Fuente Consultada: Lo Que Los Gobiernos Ocultan de Iker Gimenez

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